Alcohólicos Anónimos: 12 pasos para curar el cuerpo, la mente y las emociones

Evidencia científica reciente ha mostrado que su programa de recuperación es la fórmula más efectiva para la abstinencia
Una sede de Alcohólicos Anónimos
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“Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables». Este es el primero de los 12 pasos (Twelve Steps) de la «biblia» de Alcohólicos Anónimos. Doce pasos, doce tradiciones y muchas reuniones con otras personas que son un espejo en el que se refleja la que busca ayuda. Este «cara a cara», sincero y descarnado es en el que se basa el método de la octogenaria institución, que este año celebra su 87 aniversario.

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Historia

«Doble A» comenzó en 1935, en Akron, Ohio, como el resultado de la reunión entre Bill W., un corredor de bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron. Ambos habían sido alcohólicos desahuciados. Bill recalcaba que el alcoholismo era una enfermedad de la mente, de las emociones y del cuerpo. Este importante hecho se lo había comunicado el Dr. William D. Silkworth, del Hospital Towns de Nueva York, institución en la que Bill había ingresado varias veces como paciente. Aunque era médico, el Dr. Bob no tenía la convicción de que el alcoholismo era una enfermedad.

Las ideas contundentes de Bill acabaron convenciendo al Dr. Bob, que logró su sobriedad y nunca volvió a beber. Este encuentro generó la fundación de A.A. Hoy, la asociación tiene presencia en más de 180 países, cuenta con cerca de 130.000 grupos y reúne a 2,5 millones de miembros.

¿Por qué anónimos?

Dos de las tradiciones de A.A. tienen que ver con el anonimato. Su política de relaciones públicas se basa más bien en la atracción que en la promoción; «necesitamos mantener siempre el anonimato personal ante la prensa, la radio y el cine. La Duodécima Tradición dice que el anonimato es la base espiritual de todas nuestras tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades», señala la página web de la asociación. «A nivel personal, el anonimato protege a todos los miembros de ser identificados como alcohólicos, una garantía que suele ser especialmente importante para los principiantes», explica Javier, un alcohólico en recuperación.

Sede Alcohólicos Anónimos

Más efectivo que las psicoterapias

A mediados de 2020, una investigación liderada por Keith Humphreys, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE. UU), analizó 35 estudios –el trabajo de 145 científicos y más de 10.000 participantes– para determinar la efectividad de A.A en el trastorno por consumo de alcohol. También examinaron la eficacia de los 12 pasos establecidos en el programa, que incluyen aceptar la incapacidad propia para controlar el consumo de alcohol por sí mismo y ayudar a otros a mantenerse sobrios al convertirse en mentor.

La investigación encontró que A.A, especialmente cuando se combina con la labor de un «padrino» que motiva el cumplimiento de los 12 pasos, resultó más efectivo que las psicoterapias –como la cognitivo conductual– a la hora de lograr la abstinencia. También se descubrió que AA era tan efectivo como los tratamientos profesionales para otras consecuencias relacionadas con el alcohol, como los efectos y la intensidad del consumo, la gravedad de la adicción y los costes asociados por la atención médica.

“Hay mucha vida, y felicidad, depués del alcoholismo”

María Jesús no pensaba que ella tuviera un problema con el alcohol, no se veía a si misma como una alcohólica. «Que va, yo pensaba que solo tenía un problema concreto con una bebida que se llamaba Larios, y que eso no era una enfermedad», relata desde el estrado del acto de celebración del 87 aniversario de Alcohólicos Anónimos (A.A)

Lo hace a cara descubierta, y de frente a la audiencia. Ya no hay fotógrafos, y las cerca de mil personas ante las que habla son compañeros, hermanos del alma que, como ella, un día decidieron descolgar el teléfono para llamar a A.A y decir que querían dejar el alcohol. Cuando se ha presentado, todos han respondido al unísono. «Hola María Jesús», como se hace desde hace 87 años en las reuniones grupales en cualquier rincón del mundo.

«Esta una tarde en mi habitación, con unas copas de más –como era habitual en mi– y pensé: ya estoy harta de esto, de este estado que se repite día tras día. Quiero dejarlo. En el periódico había un anuncio de Alcohólicos Anónimos con un teléfono. Llamé y me atendió una persona amabilísima que me invitó a ir a la siguiente reunión que tenían en unos días. Allí fui, y hasta ahora. Pero no ha sido un camino de rosas». «Ha habido etapas muy buenas, especialmente cuando te haces consciente de que la gente que te escucha no se extraña al oír lo que cuentas. Sentirme comprendida me hizo abandonar la mentira, porque yo era una mentira andante, negaba siempre que bebía. Solo pude decir la verdad allí, en ese foro».

«Lo peor fue darme cuenta de que era alcohólica, y que estaba enferma física y emocionalmente. Busqué un padrino y me impliqué más, y hoy puedo decir que estoy curada».

Más testimonios

Javier, por su parte, habla con la voz entrecortada porque, después de miles de reuniones, aún no ha superado su timidez. «Me costó mucho comprender que yo tenía una personalidad adicta, que ya estaba conmigo antes de probar mi primera copa. Era muy joven cuento empecé y, como en esa edad todo el mundo bebe, yo no desentonaba especialmente.», explica. «Fue gracias a mi familia y amigos, que veían que mis comportamientos no eran normales, que fui por primera vez a un centro de desintoxicación. Ellos me obligaron a ir porque yo no aceptaba nada. Cuando salí de allí, consideran necesario que me uniera a AA para poder mantenerme sobrio, y curarme».

«Aun así, no era consciente de que yo estaba enfermo física, emocional y mentalmente. Pero mi sufrimiento me ha enseñado que solo yo podía a ayudarme a mí mismo. Empecé a obedecer, a hacer caso. En una de mis recaídas, salí de hospital muy medicado y me dijeron que tenía que ponerme a estudiar. Tenía que volver a ir a clase. Fue durísimo porque por la medicación me quedaba dormido en clase, en el autobús –y me pasaba la parada– pero lo seguí intentando». Hoy Javier tiene una carrera, tiene metas e ilusiones y, sobre todo, está vivo.

El viacrucis de los familiares

Terry (sin apellidos –una condición de anonimato que comparten los familiares con los alcohólicos–) es inglés y vivió años de infierno al lado de su pareja alcohólica. «Me convertí en un adicto al control. Empecé controlándola a ella para evitar que bebiera – buscando alcohol en todos los sitios de la casa para tirarlo, controlando dónde iba y con quién, con quién hablaba, qué hacía cada minuto del día. Pensaba que eso era amor, pero se convirtió en una enfermedad», relata usando una «chuleta» con los principales mensajes en español que quiere trasmitir al auditorio.

Su sufrimiento– que estuvo a punto de conducirle al suicidio– le llevó a buscar ayuda y así fue como conoció Al-Anón, la agrupación «hermana» de Alcohólicos Anónimos, que está integrada por familiares y amigos de alcohólicos que se apoyan los unos a los otros como lo hacen los afectados. Se reúnen en grupos, que cuentan con más de medio millón de miembros en el mundo, y que les proveen de un programa de recuperación de doce pasos, similar al que siguen los miembros alcohólicos. En dichos grupos comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza con el fin de encontrarle solución a su problema común. Y es que compartir la vida con un alcohólico genera un desgaste tal que su entorno también necesita un protocolo de recuperación para poder volver a la vida cuando el afectado va pasando por las etapas necesarias para dejarlo. Aunque puede que la experiencia les deje consecuencias de por vida.

Una enfermedad de familia

Los expertos señalan que el alcoholismo es una enfermedad de la familia, que afecta a todas las personas relacionadas con el alcohólico. Los que están más cerca son los que lo sufren más. y los que se preocupan más pueden quedar atrapados fácilmente en el comportamiento de otra persona.

«Reaccionamos ante el comportamiento del alcohólico. Nos enfocamos en él, en saber qué hace, dónde está, cuánto bebe. Tratamos de controlarle la bebida. Asumimos la culpa y la vergüenza que en realidad le pertenecen al alcohólico. Podemos convertirnos en tan adictos al alcohólico, como el alcohólico al alcohol. Nosotros también podríamos llegar a enfermarnos», explica la página web de la agrupación.

Terry siente que esto define a la perfección su perfil. «Llegué a Al-Anón, sin saber lo que quería, solo buscaba aliviar mi sufrimiento, que aquello dejara de doler tanto. Dentro de mi corazón, sentía que solo los tontos podían ser felices en este mundo, solo los que no se daban cuenta de cómo era. Hoy puedo decir, felizmente, que soy mucho más tonto que hace seis años», explica, y los que le escuchan estallan en carcajadas.

«Gracias a Al- anón, me he hecho consciente de que las opciones para ser feliz están en mis manos, a mi alcance, y que no soy una pobre víctima de mis circunstancias. Llegué a implicarme tanto en la enfermedad de mi pareja que me perdí por el camino, convirtiéndome en alguien enfermo yo también, y así no podía ayudar»

Para cerrar su intervención, Terry explica que la estabilidad emocional a la que ha llegado «es una apuesta diaria, algo que yo tengo que elegir conscientemente cada día, para no caer».

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