Capitalismo y comunismo, ambos son anticristianos, ambos son irracionales

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En el presente artículo se proponen diversos temas de economía y se compara lo que dicen sobre ellos los autores clásicos del liberalismo y del comunismo, por una parte, con lo escrito sobre el mismo tema por Sto. Tomás de Aquino. De esta comparativa queda claro que entre las mencionadas ideologías y el cristianismo no hay compatibilidad alguna. También se evidencia que son sistemas antirracionales e inhumanos.

Sobre la economía en general:

“La cooperación social no tiene nada que ver con el amor personal o con un mandamiento general de amarse los unos a los otros”. (Ludwig von Mises, Human Action: A Treatise On Economics, Yale University Press, New Haven, 1949, ch. 8)

“Es preciso que los hombres se unan entre sí con un mutuo amor. (…) Los hombres son amados por Dios, quien les preparó la fruición de sí mismo como fin último. (…) Como el hombre es naturalmente un animal social, precisa ser ayudado por los demás para conseguir su propio fin” (Santo Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, Lib. III, cap. 117)

Sobre el precio justo

“Si la doctrina del precio justo de Tomás de Aquino habría sido puesta en práctica, todavía prevalecerían las condiciones económicas del siglo XIII”. (Ludwig von Mises, Human Action: A Treatise On Economics, Yale University Press, New Haven, 1949, ch. 27)

“Es solo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de un valor de uso, lo que determina su magnitud de valor”. (Karl Marx, El Capital, 1867, Tomo I, cap. I)

“El valor no es nada inherente a los bienes. (…) El valor no existe fuera de la conciencia de los hombres. (…) El valor de los bienes (…) es totalmente subjetivo”. (Carl Menger, Principios de Economía, 1871, cap. 3)

“Un grupo insiste en que Aquino definió el precio justo como el pago necesario para cubrir el trabajo y materiales del vendedor. Un segundo grupo arguye vehementemente que el precio justo de Aquino es simplemente el precio de mercado. Aquí argumentamos que ninguna de estas visiones es correcta”. (Daryl Koehn and Barry Wilbratte, “A defense of a Thomistic concept of the just price”, Business Ethics Quarterly, vol. 22, n° 3, 2012, p. 501)

“Podemos tratar de la compraventa en cuanto accidentalmente redunda en utilidad de una de las partes y en detrimento de la otra; por ejemplo, cuando alguien tiene gran necesidad de poseer una cosa y otro sufre perjuicio si se desprende de ella. En este caso, el precio justo debe determinarse de modo que no solo atienda a la cosa vendida, sino al quebranto que ocasiona al vendedor por deshacerse de ella”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-IIae, q. 77, art. 1, rpta.)

“El precio justo tomista es el precio que sería acordado por una persona justa como parte de un intercambio. Este ‘precio de la persona justa’ toma en cuenta el bienestar de los individuos en la transacción y el bien de toda la comunidad. Tal precio no se reduce al precio que cubre el costo ni al precio de intercambio de mercado”. (Daryl Koehn and Barry Wilbratte, “A defense of a Thomistic concept of the just price”, Business Ethics Quarterly, vol. 22, n° 3, 2012, p. 501)

“En una sociedad libre en la que la situación de los diferentes individuos y grupos no es consecuencia del designio de nadie (…) las diferencias de remuneración no pueden en rigor ser calificadas de justas o injustas (…). Nada tiene que ver (…) con la forma en que el proceso impersonal del mercado asigna el dominio de los bienes y servicios. No puede ser tal proceso justo ni injusto, por tratarse de resultados que no han sido ni pretendidos ni previstos y que dependen de una multitud de circunstancias que nadie en su totalidad conoce”. (Friedrich von Hayek, Derecho, Legislación y Libertad, vol. 2: El Espejismo de la Justicia Social, Unión Editorial, Madrid, 1979, p. 29)

“Nadie debe vender a otro una cosa a mayor precio que su valor”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-IIae, q. 77, art. 1, rpta.)

Sobre los impuestos

“Los impuestos son un robo, sencilla y llanamente, (…) un robo en una gran y colosal escala que ningún criminal reconocido esperaría siquiera cubrir”. (Murray Rothbard, The Ethics of Liberty, New York University Press, New York, 1998, p. 162)

“Todos deben obtener un sustento de su ministerio (…). Por tanto, como los gobernantes realizan un ministerio (…), deben recibir impuestos de la gente como salario por su ministerio”. (Santo Tomás de Aquino, Comentario a la Carta a los Romanos, n. 1039)

“Es claro que la justicia requiere que los súbditos den lo que es debido a sus gobernantes: ‘Fue llevado hasta el rey uno que le debía 10 mil talentos’ (Mateo 18, 24); ‘Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’ (Mateo 22, 21)”. (Santo Tomás de Aquino, Comentario a la Carta a los Romanos, n. 1042)

“Él (el apóstol Pablo) especifica qué deuda tiene que ser pagadas públicamente, diciendo: ‘tributo, a quien deban tributo’ (Romanos 13, 7), porque esto se paga al gobernante para que pueda gobernar el país en paz y tranquilidad (…). ‘Impuesto, al que deban impuesto’ (Romanos 13, 7), el cual se paga al gobernante en ciertos lugares como peajes para la reparación de los caminos o la seguridad del viaje, o por los gastos incurridos cuando el gobernante se traslada a lo largo del país”. (Santo Tomás de Aquino, Comentario a la Carta a los Romanos, n. 1043)

Sobre el «orden espontáneo»

“Esto es algo en que todos los economistas austríacos coinciden: orden espontáneo. (…) El precio (…) funciona como un orden espontáneo porque son los oferentes de los bienes y servicios que, al buscar mayor rentabilidad, van hacia las señales que le van comunicando sobre la escasez relativa en el mercado”. (Gabriel Zanotti, “¿Cómo estudiar los principios generales de la Escuela Austríaca?”, conferencia realizada en la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala) el 22 de enero de 2019)

“Todo individuo trata de emplear su capital de tal forma que su producto tenga el mayor valor posible. Generalmente no pretende promover el interés público ni sabe cuánto lo está fomentando. Lo único que busca es su propia seguridad, solo su propio beneficio. Y al hacerlo, una mano invisible lo lleva a promover un fin que no estaba en sus intenciones. Cuando busca su propio interés termina promoviendo el de la sociedad más eficientemente que si realmente pretendiera promoverlo”. (Adam Smith, Investigaciones sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, London, 1776, Lib. IV, cap. II)

“Por cuanto hay muchos hombres juntos y cada uno busca su propio interés, la multitud se disolvería y esparciría a menos que haya alguna instancia que cuide de lo que concierne al bienestar común. (…) Por tanto, en toda multitud debe haber un poder que gobierne”. (Santo Tomás de Aquino, Sobre el Reinado, Lib. I, cap. 1)

“En cuanto la razón (…) está la herida de la ignorancia; en cuanto la voluntad (…) está la herida de la malicia; (…) en cuanto al concupiscible (…) está la herida de la concupiscencia”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-IIae, q. 85, art. 3, rpta.)

Sobre el intervencionismo

“La primera etapa de la revolución obrera es la constitución del proletariado en clase directora, la conquista del poder público por la democracia. El proletariado se servirá de su supremacía política para arrancar poco a poco todo el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado en clase directora, y para aumentar rápidamente la cantidad de fuerzas productivas”. (Karl Marx y Friedrich Engels, El Manifiesto Comunista, 1848)

“Lo mejor de cualquier gobierno es que todas las cosas gobernadas sean atendidas conforme a su modo de ser, pues en esto consiste la justicia del régimen. (…) Sería contra la razón del régimen humano que el gobernador de la ciudad impidiese a los hombres el ejercicio de sus propios oficios, a no ser circunstancialmente, por alguna necesidad”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, Lib. III, cap. 71)

“El precio justo de las cosas no está fijado con precisión matemática, sino que depende de cierta estimación, de modo que una pequeña adición o sustracción no parecería destruir la equidad de justicia”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-IIae, q. 77, art. 1, sol. 1)

Sobre la propiedad privada

“Los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada”. (Karl Marx y Friedrich Engels, El Manifiesto Comunista, 1848)

“Es lícito que el hombre posea cosas propias. Y es también necesario a la vida humana por tres motivos: primero, porque cada uno es más solícito en gestionar aquello que con exclusividad le pertenece que lo que es común a todos o a muchos, puesto que cada cual, huyendo del trabajo, deja a otros el cuidado de lo que conviene al bien común, como sucede cuando hay multitud de servidores; segundo, porque se administran más ordenadamente las cosas humanas si a cada uno le incumbe el cuidado de sus propios intereses; sin embargo, reinaría confusión si cada cual se cuidara de todo indistintamente; tercero, porque así el estado de paz entre los hombres se mantiene si cada uno está contento con lo suyo. De ahí que veamos que entre aquellos que en común y de modo indiviso poseen alguna cosa se suscitan más frecuentemente contiendas”. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-IIae, q. 66, art. 2, rpta.)

Dante Urbina

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