¿Cómo introducir la ideología LGTBIQ en la Iglesia sin que se note? Sacerdotes suizos denuncian una estrategia que ya ha triunfado en otros lugares como en las Universidades jesuíticas

Un grupo de sacerdotes católicos en Suiza denuncia que un nuevo código de conducta para prevenir abusos en la Diócesis de Chur es un intento para “imponer la ideología LGBT” (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), ya que viola “la doctrina y la disciplina de la Iglesia Católica”. No es el primer caso: la UCAB en Venezuela ya introdujo esta perversa ideología en sus protocolos.
Activista LGTBIQ suizo
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¿Qué busca la ideología de género?

Nuestras generaciones viven la dictadura del sentimentalismo. No se nos presentan argumentos racionales con bases filosóficas serias ni con referencias científicas creíbles. Simplemente, se manipulan nuestras emociones a través de campañas mediáticas perfectamente planificadas por grupos de presión (muy bien engrasados por las multinacionales) que están logrando hacer una ingeniería social, una nueva antropología y -por tanto- una nueva sociedad.

El nuevo mundo que están construyendo busca deshacer (deconstruir) lo que el cristianismo ha cultivado en dos mil años, para ello tiene que eliminar la estructura solidaria con la que Dios nos creó a todos los seres humanos. Ese ADN solidario se basa -en primer lugar- en la diferencia y complementariedad de los dos sexos («Hombre y mujer los creó. A su imagen y semejanza los creó»). Este es el objetivo principal y casi único de la ideología de género.

¿Quién gana con este plan que rompe todos los vínculos fraternos intergeneracionales e interpersonales? pues, el sistema materialista que nos domina, que así podrá controlar -todavía mejor- a individuos aislados, que no tendrán resortes para defender a su familia, a sus semejantes ni siquiera a sí mismos. A río revuelto…

¿Por qué quieren que la Iglesia entre en este juego?, ¿cómo lo están logrando? 

Frente a esta ideología insolidaria, que nos desvincula y desintegra, la única fuerza moral que se ha alzado es la Iglesia católica. Por eso, los grupos de poder que han planificado y están llevando adelante la ideología LGTBIQ están introduciendo su mentalidad en dicha institución. Y no lo hacen de frente ni con argumentos racionales. Lo hacen, como ya hemos dicho, manipulando palabras, dolores, sufrimientos… son lobos vestidos de corderos. Lo grave es que haya tantos clérigos que estén cayendo en esta trampa.

Soy Centinela ha denunciado en otras ocasiones esta estrategia. En otros momentos, también evidenciamos que las Universidades jesuíticas (concretamente la UCAB en Venezuela) han aceptado la ideología de género. Lo hicieron a través de la manipulación mediático-sentimentalista: primero se hizo una fuerte campaña en redes sobre supuestos abusos sexuales sufridos por alumnos de dichas instituciones (que, por cierto, ya han desaparecido) y luego las autoridades académicas realizan un «Protocolo de protección contra la violencia» que incluye la perspectiva de género como un eje fundamental. Como le dijimos a uno de los Vicerrectores de la UCAB: «ya no podrán enseñar la verdad (objetivo de las Universidades) en su institución» porque ahora están sometidos al mito propagado por el lobby LGTBIQ. Aunque nos lo negó, es evidente: si yo explicase en su Universidad que Dios nos hizo varones y mujeres y que las relaciones sexuales homosexuales son intrínsecamente malas, los alumnos que no aceptasen esa evidencia, tienen un instrumento legal (el mencionado Protocolo) para denunciarme; es más, estarían obligados a hacerlo para dar cumplimiento a la (falsa) identidad que ha asumido la UCAB.

La revista oficial de la UCAB hizo propaganda de esta activista LGTBIQ

El último ejemplo de la estrategia LGTBIQ para entrar en la Iglesia

Varios clérigos de la diócesis de Chur (Suiza) consideran que el código de conducta que se ha implementado en su iglesia local es un intento para “imponer la ideología LGBT en la Iglesia bajo la apariencia de la prevención de abusos, minando así la doctrina de la fe de la Iglesia”.

El Obispo de Chur, Mons. Joseph Bonnemain, firmó el código de conducta (CC) a inicios de abril.

En una carta enviada a todas las parroquias, el Obispo dijo que el CC es “vinculante para todos los líderes y empleados desde mediados de 2022 en adelante” y que una declaración se compromiso se registrará en el archivo personal de cada uno.

Los sacerdotes enfatizan que “el 95% del contenido del CC relacionado a la prevención, consideramos es una expresión de sentido común y decencia”.

Es “absolutamente necesario hacer todo lo posible para asegurar una mejor prevención y responder a esta preocupación con determinación en la Iglesia. Nosotros también lo haremos con todas nuestras capacidades”, agregaron.

El Círculo de Sacerdotes de Chur o Priesterkreis es responsable por la oposición al código. Los clérigos citan diversos pasajes que consideran “amordazan la doctrina de la fe y la moralidad”.

De acuerdo al CC, los sacerdotes deben estar de acuerdo con la siguiente afirmación: “Me abstengo de emitir evaluaciones negativas de supuestas conductas no bíblicas basadas en la orientación sexual”.

El Catecismo señala que los actos homosexuales “son intrínsecamente desordenados” y “no pueden recibir aprobación en ningún caso”.

El código de conducta también establece que: “En conversaciones pastorales, no me referiré a temas relacionados a la sexualidad. En cualquier caso, me abstendré de preguntas ofensivas sobre la vida íntima y el estado civil. Esto también se aplica a las conversaciones que tendré como supervisor”.

Estar de acuerdo con este punto prohibiría a los sacerdotes y diáconos hacer las preguntas obligatorias previas al matrimonio, explica el Priesterkreis, como cuando se interroga a los esposos si “aceptan el matrimonio como una ‘comunidad sacramento de vida y amor entre un hombre y una mujer’ para su propia vida”.

Asimismo, ya no se podría preguntar sobre “el estado civil, para averiguar sobre algún matrimonio previo o divorcio o algún hijo de relaciones anteriores”.

Los sacerdotes explican que el código de conducta haría imposible la aplicación de algunas normas existentes para la formación sacerdotal.

Por ejemplo, no sería posible asegurarse de que hombres con tendencias homosexuales no sean ordenados.

El Círculo de Sacerdotes cuestiona: “¿Cómo se le podría exigir creíblemente a un candidato al sacerdocio que se comprometa ‘públicamente ante Dios y la Iglesia de acuerdo a lo prescrito en el rito’ al celibato de por vida (canon 1037) si al mismo tiempo se declara que el ‘estado civil’ es un hecho tabú para el liderazgo de la Iglesia?”.

“Si a los sacerdotes, diáconos y empleados laicos que viven en relaciones inmorales heterosexuales u homosexuales ya no se les puede pedir cuentas o no se les puede expulsar del ministerio eclesial, entonces se instala un doble estándar”.

Los sacerdotes precisan que, con una situación así, “la Iglesia estaría adherida a la enseñanza tradicional en su predicación, pero no la exigiría a su clero ni a sus laicos”.

Con el código, los sacerdotes y otros involucrados en la atención pastoral, también tendrían que declarar lo siguiente: “Me abstengo de cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual o género” y “Reconozco los derechos sexuales como derechos humanos, especialmente el derecho a la autodeterminación”.

Lesbianas suizas con sus hijos

La única preocupación de la Iglesia es “poder actuar de acuerdo con su doctrina perenne, invocando el derecho esencial de la libertad religiosa, reconocido y garantizado por el estado”, agregan los sacerdotes.

La declaración del código de conducta sobre derechos humanos está “abierta a varias interpretaciones”, pero finalmente debe rechazarse porque, por ejemplo, el aborto es considerado por algunos como un derecho humano y parte de la autodeterminación sexual, explican los sacerdotes.

Más allá del comentario del Obispo Bonnemain de que el código de conducta es vinculante, el CC en sí no parece descartar consecuencias en la legislación laboral. El texto señala que “rechazar firmarlo demuestra un gran déficit en la capacidad de reflexión, dado que una persona así tendería a hacer juicios temerarios o a no compartir suficientemente la preocupación por la prevención”.

“En relaciones de empleo existentes, el CC se firma como último plazo en la MAB anual”, es decir en la reunión de personal del año, precisa el código.

En Suiza, los sacerdotes y los empleados de tiempo completo en la Iglesia son empleados generalmente por organizaciones regidas por la ley pública, pero financiadas por los impuestos de la Iglesia.

Marcha LGTBIQ en Suiza

Las diócesis, como una estructura eclesiástica, reportan directamente a Roma pero son financieramente responsables solo de unos pocos empleados.

El Círculo de Sacerdotes resalta que “pedimos al obispo diocesano en el camino de la publicación del CC que no lo firme. Dado que lo firmó y lo publicó, ahora le pedimos públicamente que retire su firma y así evite el conflicto de conciencia que él ha generado en muchos de sus empleados”.

Los clérigos afirman finalmente que ellos “elaborarán un código de conducta para la prevención de abusos que esté en armonía con la enseñanza de la Iglesia y que sí podamos firmar”.

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