Dime cómo vives y te diré qué trastornos tendrán (o tienen) tus hijos

En el mundo actual, el factor que más influye en la personalidad y desarrollo de nuestros hijos es la influencia de los medios de comunicación
Trastornos infantiles
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Ser padres no es fácil. El peso de la responsabilidad de tener que cuidar de una pequeña personita las 24 horas del día y 365 días al año puede dar dolores de cabeza, y más teniendo en cuenta que la actitud que los padres presentan ante la crianza y la educación de su descendencia condiciona desde muy pequeños cómo serán en un futuro.

Cada padre tiene su propio estilo y este puede ir cambiando a medida que sus hijos crecen o dependiendo de la posición que el niño ocupe en la familia (si es el primogénito o el hijo menor), de la salud o de aspectos culturales o religiosos de la propia familia. En todo caso, las formas de crianza son dinámicas y pueden mezclarse entre sí durante el desarrollo del niño.

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En el mundo actual, el factor que más influye en la personalidad y desarrollo de nuestros hijos es la influencia de los medios de comunicación, de las redes, de las modas y de los ambientes en los que se mueve.

Vamos a fijarnos en este artículo solo en la influencia de los padres en los niños.

Tres estilos parentales

Hablar solo de tres estilos y -además- catalogarlos de la manera en la que ahora se van a presentar es (lo sabemos) bastante simplificador y hasta injusto; pero, entiendan que es solo orientativo, no es conclusivo.

En líneas generales, la psicóloga clínica Diana Baumrind catalogó ya en 1966 tres estilos parentales diferentes atendiendo a cuestiones de control, afecto y comunicación. El primero de ellos, el estilo permisivo, es rico en afecto y comunicación, pero limitado en control y normas. Los niños criados por padres permisivos son muy autónomos, pero han sufrido una dejada exigencia en cuanto a las expectativas que se tenían de su maduración y su responsabilidad.

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Padres autoritarios

En cambio, los hijos de padres autoritarios han sido mayormente controlados. Estos hogares se caracterizan por la falta de comunicación y afecto, y unos progenitores que tratan de influir y evaluar el comportamiento y las actitudes de su prole, lo que genera un alto nivel de exigencias en cuanto a su maduración.

Padres democráticos

Un punto intermedio entre estos dos estilos parentales tan dispares sería el democrático o autoritativo, caracterizado por una comunicación bidireccional y afecto, que trata de dirigir las acciones de los hijos mediante el razonamiento y la negociación. Este tipo de crianza favorece en buen grado la autonomía, la independencia y la responsabilidad social.

Después de Baumrind, ha habido muchos otros expertos en paternidad que han desarrollado estas teorías, dando lugar a estilos mixtos como el autoritario-recíproco, el autoritario-represivo, permisivo-indulgente o permisivo-negligente.

Desarrollo de trastornos

Existen muchos otros factores, además de la influencia de la manera en que sus padres los han criado, que intervienen en el desarrollo de trastornos en niños y adolescentes, tales como déficit de atención e hiperactividad (TDAH), ansiedad y comportamientos disruptivos o alteraciones emocionales o relaciones, como conductas antisociales.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la Revista de Psicología y Educación, elaborado por investigadores de la universidad de Oviedo y titulado ¿Qué Sabemos Sobre los Estilos Educativos Parentales y los Trastornos en la Infancia y Adolescencia?, analiza a través de la literatura científica publicada desde 2011 hasta 2021 de qué manera las distintas características de los tipos de crianza afectan al desarrollo de estos desórdenes.

Estilos parentales

En general, son los estilos parentales que fomentan el afecto y la implicación los que promueven un ajuste social más adecuado en niños y adolescentes. Pero más concretamente, se ha demostrado que las prácticas de crianza positiva predicen niveles más bajos de hiperactividad e impulsividad y mejor nivel de atención a los siete años.

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El afecto y la comunicación

En cuanto al posible desarrollo de cuadros ansiosos o de conductas disruptivas en menores, únicamente dos estilos educativos están relacionados con estos trastornos: de una manera positiva, el humor; y de manera peyorativa, el control psicológico. Y aunque pueda parecer lo contrario, la permisividad parental es un factor de riesgo para el desarrollo de ansiedad en los niños, mientras que la autoridad materna y la sociabilidad dentro de la familia los protegen contra este tipo de sintomatologías.

No ha de confundirse la autoridad con la sobreprotección, y es que el TDAH y la ansiedad en la infancia están relacionados con una crianza sobreprotectora. En cambio, las prácticas educativas afectivas, con una mayor comunicación y apoyo, influyen en que los niños puedan no presentar un comportamiento antisocial y puede ayudar a prevenir el consumo de drogas, la delincuencia o el acoso escolar.

El afecto y comunicación

Los autores destacan que el nivel de satisfacción de los niños y adolescentes aumenta junto con el afecto y comunicación; y disminuye en los casos en que hay un aumento del control psicológico.

Los niños van cambiando a medida que crecen, al igual que sus padres y la manera en que se relacionan entre ellos. Quien comienza siendo un progenitor un poco más autoritario puede acabar permitiendo comportamientos que en un principio no toleraba, e igual al revés. Lo que sí queda claro después de revisar diez años de estudios sobre cómo los estilos parentales afectan a los trastornos en niños y adolescentes es que el afecto y la implicación familiar favorecen en mayor grado el adecuado ajuste psicosocial de los menores y con una prevención del desarrollo de estos tipos de sintomatologías.

¿Cuáles son los trastornos más comunes en niños y adolescentes?

Un berrinche no significa automáticamente que tu hijo de 2 años tiene un problema de autoridad, o que un niño de inicial que no quiere quedarse quieto tiene un trastorno de atención.

Algunos de los trastornos más comunes en niños y adolescentes pueden curarse o resolverse de alguna manera, mientras que otros terminan convirtiéndose en problemas crónicos (a largo plazo) que resisten las mejores intervenciones de vanguardia.

¿Qué tipos de trastornos hay?

Hay una gran diversidad de formas y causas de los trastornos en niños y adolescentes. Algunos son principalmente trastornos del cerebro, mientras que otros son de naturaleza más conductual.

Los del primer grupo son causados ​​por problemas neuroquímicos o anormalidades estructurales del cerebro. Pueden ser innatos (es decir, aparecen en o poco tiempo después del nacimiento); o pueden resultar de un estrés físico como una enfermedad o lesión, o un estrés emocional, como un trauma o una pérdida.

Por otra parte, los problemas de comportamiento son signos externos causados por una dificultad en el hogar, la escuela o entre amigos en un niño físicamente sano. Al igual que los problemas basados ​​en el cerebro, los problemas de comportamiento también son provocados por un estrés físico o emocional.

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Trastornos conductuales y emocionales en niños y adolescentes

En raras ocasiones, un niño menor de 5 años recibirá un diagnóstico de un trastorno conductual grave. Sin embargo, puede comenzar a mostrar síntomas de un trastorno que se le diagnosticará años más tarde. Estos pueden incluir:

Depresión

No es estrictamente un trastorno infantil, pero los niños, y más que todo los adolescentes, suelen deprimirse. La depresión se diagnostica en niños de todas las edades, pero parece aumentar significativamente durante la adolescencia, apareciendo en las niñas con más frecuencia que los niños.

Los ejemplos de comportamientos que a menudo se ven en niños con depresión incluyen

  • Sentirse triste, desesperado o irritable la mayor parte del tiempo
  • No querer hacer o disfrutar realizar cosas divertidas
  • Mostrar cambios en los patrones de alimentación: comer mucho más o menos de lo habitual
  • Mostrar cambios en los patrones de sueño: dormir mucho más o menos de lo normal
  • Mostrar cambios en la energía: estar cansado y lento o tenso e inquieto la mayor parte del tiempo
  • Tener dificultades para prestar atención
  • Sentirse inútil o culpable
  • Mostrar autolesiones y comportamiento autodestructivo
  • Ten en cuenta que la depresión extrema puede hacer que un niño piense en el suicidio o lo intente.

Ansiedad

Cuando los niños no superan los miedos y las preocupaciones que son típicos en su etapa, o estos interfieren con la escuela, el hogar o las actividades de juego, se les puede diagnosticar con un trastorno de ansiedad.

Los ejemplos de diferentes tipos de trastornos de ansiedad incluyen:

  • Tener mucho miedo cuando está lejos de los padres (ansiedad por separación).
  • Tener miedo extremo a una cosa o situación específica, como perros, insectos o ir al médico (fobias).
  • Tener mucho miedo a la escuela y otros lugares donde hay personas (ansiedad social).
  • Estar muy preocupado por el futuro y por las cosas malas que suceden (ansiedad general).
  • Tener episodios repetidos de miedo repentino, inesperado e intenso que vienen con síntomas como latidos cardíacos, dificultad para respirar o mareos, temblores o sudoración (trastorno de pánico).
  • La ansiedad puede presentarse como miedo o preocupación, pero también puede irritar y enojar a los niños. Los síntomas de ansiedad también pueden incluir problemas para dormir, así como síntomas físicos como fatiga, dolores de cabeza o dolores de estómago.

Algunos niños ansiosos se guardan sus preocupaciones y, por lo tanto, los síntomas se pasan por alto.

Trastorno de oposición desafiante (ODD)

Cuando los niños actúan de manera persistente para causar problemas graves en el hogar, en la escuela o con sus compañeros, se les puede diagnosticar un trastorno de oposición desafiante (ODD).

El ODD generalmente comienza antes de los 8 años de edad, pero no más tarde de los 12. Los niños con ODD son más propensos a actuar de manera opuesta o desafiante con las personas que conocen bien, como miembros de la familia, un proveedor de atención regular o un maestro.

Algunos comportamientos del ODD incluyen:

  • Estar enojado o perder los estribos a menudo
  • Discutir con adultos o negarse a cumplir con las reglas o solicitudes de adultos con frecuencia
  • Resentirse o guardar rencor con regularidad
  • Molestar deliberadamente a otros o molestarse con ellos
  • A menudo culpar a otras personas por sus propios errores o mal comportamiento

Desorden de conducta

El trastorno de conducta (CD) se diagnostica cuando los niños muestran un patrón continuo de agresión hacia los demás y violaciones graves de las reglas y normas sociales en el hogar, en la escuela y con sus compañeros.

Estas violaciones a las reglas pueden implicar infringir la ley y resultar en arresto. Los niños con CD tienen más probabilidades de lesionarse y pueden tener dificultades para llevarse bien con sus compañeros.

Los ejemplos de comportamientos incluyen:

  • Romper reglas serias, como huir, quedarse afuera por la noche cuando se le dice que no lo haga o faltar a la escuela
  • Ser agresivo de una manera que causa daño, como intimidación, pelea o ser cruel con los animales.
  • Mentir, robar o dañar la propiedad de otras personas a propósito

Otros trastornos comunes en niños y adolescentes incluyen:

  • Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
  • Trastorno del espectro autista (TEA)
  • Desorden bipolar
  • Trastornos de aprendizaje
  • Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
  • Trastorno de estrés postraumático
  • Sé paciente con tus hijos
  • La empatía, una actitud cooperativa y un temperamento tranquilo son rasgos cruciales que los padres deben adoptar para ayuden a sus niños a afrontar estos y otros trastornos. Además, saber cuándo pedir ayuda es clave.

Si el comportamiento de tu hijo se vuelve perjudicial para el funcionamiento regular de tu hogar o su educación, o si se vuelve violentos, es hora de hablar con un profesional.

Sabemos que criar un niño con problemas de conducta no es fácil. Pero antes de apresurarse a diagnosticarlos o convertirse en un padres demasiado estricto, busca ayuda. Tu pediatra puede proporcionarte información sobre si el comportamiento de tu hijo es normal para su edad y brindarte otros recursos de ayuda.

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Redacción SOY CENTINELA

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