«¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón, y sus hermanas están aquí con nosotros?» (Marcos 6, 3) ¿Jesucristo tuvo hermanos y hermanas? Algunas personas piensan que el Evangelio de Marcos parece decirlo, así como Lucas 8, 19-21 en donde la multitud dice le dice a Cristo: «Tu madre y tus hermanos están afuera, queriendo verte»; pero Jesús, en lugar de invitar al resto de su familia a entrar, los despide, aprovechando la oportunidad para enseñar sobre la cercanía que siente hacia aquellos que cumplen su palabra. «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?», dice . “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.
No faltan eruditos de la Biblia, principalmente protestantes pero también algunos católicos, que señalan versículos como estos como evidencia de que María, de hecho, tuvo otros hijos con José después de dar a luz a Jesús. Según ellos sería, por lo menos, Santiago, José, Judas y Simón; otros añaden a María y Salomé. La Iglesia Católica, sin embargo, rechaza tales afirmaciones , que van en contra de la enseñanza dogmática de la Iglesia sobre la virginidad perpetua de María.
Las pruebas bíblicas:
- En hebreo (idioma propio de los judíos), la palabra «hermano» se refiere a todos los lazos de parentesco porque esa lengua carece de expresiones propias para los diferentes grados de consanguinidad; es decir, no existen términos como «primo, tío, sobrino…» todos son «hermanos.
- En griego (el idioma en que se escribieron los Evangelios y el resto del NT), el término adelphos (hermano) tambiénpuede referirse no solo a parientes consanguíneos, sino también a primos lejanos o, más ampliamente, a otras personas con las que se comparte un vínculo espiritual.
Ejemplos de lo anterior son estos pasajes:
Génesis 13, 8: “Entonces Abram le dijo a Lot: ‘No tengamos ninguna disputa entre tú y yo, o entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos’”. En este caso, el término «hermano» se utiliza para describir a Abraham y Lot, que no son hermanos biológicos, sino tío y sobrino.
Y San Pablo, escribiendo su primera carta a los Corintios (15, 6), describe a las personas que vieron a Jesús después de su Resurrección, incluidos sus “hermanos”: “Entonces, él [Jesús] se apareció a más de quinientos hermanos en al mismo tiempo, muchos de los cuales todavía están con nosotros». Seguramente, Pablo no estaba tratando de afirmar que María había dado a luz a más de ¡500 niños!
- Pero hay más pruebas bíblicas. Sabemos, por los Evangelios y por los Hechos de los Apóstoles, así como por los textos antiguos, lo que les sucedió a los Doce después de la Resurrección de Cristo. Leemos sobre sus hazañas, difundiendo el Evangelio en tierras extranjeras, sufriendo el martirio en lugar de negar a Jesucristo. Sabemos cómo murieron y dónde están enterrados. ¿Los evangelios nos dicen algosobre los hermanos de Jesús? No, nada. Si hubiesen existido, sin duda tendrían un papel preponderante.
En el Gólgota, al pie de la Cruz estaban María, la madre de Jesús, las otras dos Marías, María de Cleofás y María Magdalena, y el apóstol Juan. Mientras agonizaba, Jesucristo le dio a María a Juan. Sus palabras fueron «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Y a Juan le dijo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde esa hora el discípulo la llevó a su casa (Juan 19, 26-27). Si Jesús hubiera tenido otros hermanos y hermanas, ¿no habrían estado allí con él, de pie junto a su madre? ¿Y no habrían asumido la responsabilidad de su madre, llevándola a sus hogares? Si hubiera habido otro pariente consanguíneo que pudiera proveer para María, ¿por qué Jesús la habría confiado a Juan?
Otra pista: los «hermanos» de Jesús citados en Juan 2, 1 y Hechos 1,14 nunca son llamados hijos de María, aunque el mismo Jesucristo sí lo es.
La autoridad docente de la Iglesia
Sin embargo, hay otra razón más por la que debemos creer que María no tuvo otros hijos. Ese es el consenso de la Iglesia primitiva y el magisterio perenne.
Jesucristo prometió que enviaría al Espíritu Santo, el Paráclito, que guiaría a su Iglesia y la preservaría del error. Sin esa promesa de Cristo, sus seguidores y sus descendientes podrían desviarse más y más de la Verdad, perdiéndose por completo a través de enseñanzas falsas y profecías equivocadas. Sin embargo, tenemos la promesa de Cristo de que siempre estará con nosotros, hasta el fin de los tiempos. Con la protección de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad y del Espíritu Santo, podemos estar seguros de que la Iglesia preservará el mensaje del Evangelio con fidelidad.
Desde los primeros días después de la Resurrección, la Iglesia ha creído que María era una virgen perpetua y que Jesús no tenía hermanos o hermanas biológicos.
Una obra no canónica pero muy respetada de alrededor del año 150 d.C., el Protoevangelio de Santiago , habla de María como una virgen consagrada desde su juventud. El Protoevangelio explica que S. José era un anciano viudo con hijos, que fue elegido para ser el esposo de María con el propósito de custodiarla y protegerla, respetando su voto de virginidad.
Ese punto de vista, que José tuvo hijos de un matrimonio anterior, que se convirtieron en hermanastros de Jesucristo, fue compartido en el siglo IV por Epifanio, obispo de Salamina. También es creído por muchos en la Iglesia Ortodoxa de hoy.
Atanasio de Alejandría, en sus Cuatro discursos contra los arrianos , escribió en el año 360 d.C.: «Por tanto, los que niegan que el Hijo es del Padre por naturaleza y propio de su esencia, nieguen también que tomó la verdadera carne humana de María Siempre Virgen».
Parecidos testimonios encontramos en S. Jerónimo (año 383 d.C.) y en S. León I (S. V). Hoy, el Catecismo de la Iglesia Católica (501) reconfirma el mismo punto: «Jesucristo es el único hijo de María, pero su maternidad espiritual se extiende a todos los hombres a quienes ciertamente vino a salvar»
