«Lo hermoso de la Eucaristía es que es el centro de todo; el centro de la Iglesia. Nos une a todos, los que somos de distintos países y distintas culturas, nos une una sola fe, una sola celebración y un solo amor: la Eucaristía es el centro de comunión de todos nosotros», fueron las palabras del padre Carlos Ruiz en la celebración eucarística en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Sevilla, España.
Ruiz, quien es misionero desde hace más de 20 años en Venezuela y está a cargo de la parroquia San Martín de Porres de la Diócesis de Ciudad Guayana, cuenta que en Venezuela se vive una situación muy difícil, especialmente para los más pobres.
«Venezuela tiene una población que llego a los 35 millones de habitantes y ya hay más de 6 millones de migrantes venezolanos. Todas las familias tienen algún miembro en la migración. Y de allí también sobreviven muchas familias: del dinero que les mandan, sobre todo los más pobres, que son más del 60 u 80%», cuenta.
Muchas familias venezolanas que tienen uno de sus parientes con alguna enfermedad grave como diabetes o cáncer, viven un verdadero calvario diariamente en los hospitales y para conseguir los medicamentos.
«En los hospitales públicos no hay nada. Te dicen que debes a comprar todo en una farmacia paralela donde todo está dolarizado», señala Ruiz. Pero, el salario no puede cubrir ni siquiera la canasta alimentaria básica. «Un maestro allí gana doce dólares mensuales», prosigue contando el sacerdote. Además, todos los alimentos están dolarizados. «Se gana para comprar un cartón de huevos y 4 kilos de harinas».
También hizo hincapié, que en Venezuela predomina una economía de trueque y de delincuencia: «es uno de los países más agraciado del mundo por sus riquezas naturales, pero hay un negocio paralelo con el oro. Son mafias, principalmente el ejército venezolano, quien distribuye todas las ganancias. Esta es la situación».
Carlos, también advierte que en Venezuela ha llegado la cultura del materialismo e individualismo. «No ha penetrado tanto como aquí (España) pero también está. Por eso nuestros jóvenes tienen sus mentes en las redes, en Netflix, aunque no tengan nada, están viendo la última serie de Netflix y esto van penetrando en sus mentes y corazón».
Pero, a pesar de todo este aplastamiento, «la esperanza siempre es el Señor y su Iglesia».
«Aunque muchos tengas un corazón endurecido, hay que seguir anunciando la palabra del Señor, a tiempo y des-tiempo. Es lo único que puede transformar nuestro mundo. Solo la palabra del Señor y su Sacramento, sigue siendo la esperanza en Venezuela», concluyó.
Por Jesús Sandoval.
