Medio año de guerra en Ucrania: hay tres posibles escenarios

Ni Ucrania ni EE.UU. aceptarán ya una posición neutral y Rusia no aceptará una derrota, de lo cual se derivan tres escenarios posibles de escalada peligrosa
Guerra en Ucrania
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El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, advirtió el pasado fin de semana que Rusia «podría hacer algo particularmente terrible y violento» durante esta semana. Se prohibieron todas las reuniones públicas en la ciudad de Kiev y se ha impuesto un toque de queda en la segunda ciudad más grande del país, Járkov, al noreste.

Poco antes del Día de la Independencia de Ucrania, Estados Unidos advirtió sobre un aumento de los ataques rusos contra la infraestructura civil y los edificios gubernamentales en Ucrania durante los próximos días.

En referencia a esta advertencia del Departamento de Estado en Washington, la embajada de EE.UU. en Kiev instó el martes a todos los ciudadanos estadounidenses a «salir de Ucrania de inmediato», utilizando las conexiones terrestres disponibles.

Desde principios de agosto, la Fuerza Aérea alemana está asegurando el espacio aéreo de la OTAN sobre los Estados bálticos junto con Hungría e Italia. Cinco «Eurofighters» estacionados en Ämari, Estonia, están listos para la acción las 24 horas. Otro escuadrón de alarma de la aviación alemana está preparado en Baja Sajonia.

Esta es la actualidad después de medio año de guerra en Europa.

Si hacemos memoria, el 25 de noviembre de 2021 el Ministerio de Defensa ucraniano advirtió de una fuerte movilización de 90.000 soldados rusos cerca de su frontera, en zonas controladas por rebeldes prorrusos situados en el este de Ucrania. Unidades del 41º ejército ruso estaban en Yelnya, a 260 kilómetros al norte de la frontera ucraniana.

Estados Unidos había advertido a la Unión Europea sobre un posible plan de Moscú para invadir Ucrania. También unidades del 58º Ejército, con base en el norte del Cáucaso se trasladaron a Crimea. Las negociaciones diplomáticas comenzaron pronto, en este contexto, porque los movimientos de tropas aumentaban, pero fueron infructuosos.

Ocurrió lo que se temía

Entrado 2022 algunos analistas pronosticaban una inminente invasión. Se pensaba que podía ser rápita y aplastante, incluso las agencias de inteligencia occidentales preparaban a Ucrania para una larga insurgencia en caso de una ocupación amplia de su territorio.

Las cosas no ocurrieron así, pero sí ocurrió lo que se temía: El 24 de febrero Vladimir Putin anunció una «operación militar especial» en el territorio de Donetsk y Lugansk. Se iniciaba la «Guerra de Ucrania».

Misiles rusos comenzaron a impactar en varios lugares de Ucrania y en su capital, Kiev. Fuerzas terrestres rusas se adentraron en el país lanzando distintas ofensivas. A mediados de abril, los rusos se retiraron de la capital y del centro del país para concentrarse en el Este.

Segunda fase de la invasión

Esto inició una segunda fase de la guerra, la «batalla por el Donbás», donde Rusia reorientó sus objetivos militares declarando perseguir la liberación completa de Donetsk y Lugansk.

Desde entonces la guerra se ha intensificado, principalmente por la ayuda de armamento y el apoyo a Ucrania desde EE.UU. y la OTAN. En este punto se espera un prologado conflicto acompañado de grandes riesgos.

Kiev, Washington y Moscú están decididos a ganar a toda costa. Ni Ucrania ni Estados Unidos, por ejemplo, aceptarán ya una posición neutral. Rusia no aceptaría una derrota, ni devolver territorio conquistado, porque las animosidades entre separatistas y ucranianos son más intensas que nunca.

No hay a la vista posibilidad de solución negociada. Lo más optimista es un sangriento estancamiento bélico y lo más temido una escalada catastrófica que implique al resto de Europa.

Hay tres escenarios posibles de escalada peligrosa, inherentes a la situación presente:

Podría ser que uno o ambos bandos escalasen deliberadamente para ganar. Por ejemplo, que Estados Unidos adopte medidas más arriesgadas, como la imposición de una zona de exclusión aérea o la inserción de pequeños contingentes de fuerzas terrestres. También que Rusia, por detener la implicación de militares occidentales, podría atacar a miembros de la OTAN, o escalar en el tipo de armamento.

O que uno o ambos bandos escalasen deliberadamente para evitar una derrota. Pensemos el escenario en que el Ejército ucraniano comienza a colapsar y Rusia pudiese alcanzar una gran victoria. En este caso, dado el actual compromiso de Estados Unidos, para evitar un resultado así, podría tratar de implicarse más directamente en la contienda.

O que los combates escalen no por elección deliberada sino inadvertidamente, digamos así, «en el fragor de la batalla», y que uno de los bandos sobrepase los límites tácitos y frágiles en los que se sostiene por el momento esta guerra. Pongamos por caso, que los aviones de combate de la OTAN y rusos, que han entrado en contacto sobre el Mar Báltico, colisionen accidentalmente.

Por eso cada vía tiene el potencial del riesgo y la fatalidad para amplificar la guerra: arrastrar a Estados Unidos y Europa a la lucha o llevar a Rusia al uso de armas de destrucción masiva son una posibilidad que no nos gusta imaginar.

Se ha dislocado el curso de la Historia, pero, Occidente, al igual que a quien amputan un miembro y lo sigue notando, percibe que la globalización, el mercado, la economía, avanzan en la progresión geométrica esperada, que la agenda 2030 (neoutopía que da de comer a políticos e ideólogos) es todavía viable. Notan el miembro amputado, sin pensar que un conflicto así nos sitúa en el borde del precipicio de la Historia.

Aquilino Cayuela

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