Octavo día de la Novena a S. Félix

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OCTAVO DÍA

1. ORACIÓN PARA COMENZAR:
La humilde alforja limosnera
recoge pan de puerta en puerta;
pide fray Félix por amor
y un don de amor pidiendo entrega.

Juntas se encuentran para el pobre,
servidas juntas en la mesa,
la caridad del Padre bueno,
la bendición de quien la ofrenda.

Camina humilde, como templo
que dentro lleva la Presencia,
y si dialoga, sus palabras
vienen de Dios cual Buena Nueva.

Mirad las cinco flores rojas,
rosas que son de llagas bellas;
mirad la blanca flor bendita,
María, fúlgida azucena.

Ellas serán sus libros santos,
fuente secreta de su ciencia;
todo lo ignora y todo sabe
quien a Dios tiene y se contenta.

¡Honor a Cristo, nuestro Hermano,
que a los sencillos se revela;
honor, que el Padre así lo quiso
y en los humildes se deleita!
Amén.

2. VIRTUD DEL OCTAVO DÍA: AMISTAD

La santidad siempre florece cuando uno se rodea de amigos que también buscan ser santos. S. Félix tuvo varios amigos santos. Por ejemplo, San Felipe Neri le prodigó gran estima y le gustaba conversar con él; a manera de saludo, los dos santos de Dios se deseaban mutuamente una participación más intensa en la Pasión de Cristo. Los verdaderos amigos no son los que se desean placeres y cosas materiales, sino los que buscan juntos la santidad más alta. Y luchan por la santidad con humor y alegría. Así lo demuestra la manera en que se trataban S. Felipe Neri y S. Félix:
–Buenos días, fray Félix (le decía S. Felipe Neri). ¡Ojalá te quemen por amor de tu Dios!
–Salud, Felipe (le respondía S. Félix). ¡Ojalá te apaleen y te descuarticen en el nombre de Cristo!
Y todo con mucha alegría.
Otro amigo que tuvo fue S. Carlos Borromeo, obispo de Milán, el cual una vez le pidió unos consejos para conseguir que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: «Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, es decir, el Oficio Divino». En otra ocasión, San Carlos Borromeo envió a San Felipe Neri las reglas que había redactado para los oblatos, pidiéndole que las revisara; San Felipe se excusó de no poder hacerlo y recomendó para ello a San Félix. En vano protestó éste de que jamás había hecho estudios; los superiores ordenaron que se le leyesen las reglas y que diera su opinión sobre ellas. El santo recomendó que se suprimiesen unas disposiciones demasiado severas. San Carlos Borromeo siguió el consejo y manifestó su admiración por la prudencia de manifestó.
También fue amigo del franciscano Padre Montalto que llegó a ser el Papa Sixto V, al cual (antes de ser elegido sucesor de Pedro) le dijo: «Si un día lo nombran papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento». Montalto, futuro Sixto V, siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.
Nuestro compromiso hoy es cultivar la verdadera amistad, la que nace del Señor. ¿Cómo le voy a manifestar a mis amigos que debemos ser santos?, ¿cómo nos vamos a ayudar a serlo?

3. ORACIÓN FINAL:

Oh Dulce Amor, Jesús,
sobre todo amor,
escríbeme en el corazón
cuánto me amaste.
Jesús, Tú me creaste
para que yo te amase…
Jesús, Jesús, Jesús,
toma mi corazón
y no me lo devuelvas. Amén

Al final se recuerda la gracia que se pide a Dios por intercesión de S. Félix. Padre Nuestro y Ave María.

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