Padres fomenten en sus hijos el deseo de ser sacerdotes y consagradas a Dios

Toda familia que se dice católica deber motivar a sus hijos e hijas a que recen y sirvan la iglesia, en el sacerdocio o en la vida religiosa. Y si son llamados, los padres deben de apoyarlos con alegría en su viaje. 
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En esta sociedad radicalmente secularizada donde las cosas espirituales o religiosas están siendo detenidas. Donde la cultura hedonista, secularista y materialista está impregnada, los padres y también los educadores tenemos un gran desafío: y es fomentar el deseo en los niños y jóvenes de ser sacerdotes o consagradas al Señor.

San Juan Pablo II fue muy conciso en decir que «existe una gran necesidad, especialmente en estos tiempos, por una profunda convicción que sin excepción tiene la gracia y responsabilidad de velar por las vocaciones. El trabajo de fomentar las vocaciones es de toda la comunidad Cristiana».

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La pregunta es: ¿Estamos atendiendo ese llamado de fomentar las vocaciones en nuestros niños?.

El artículo “Sisters to all” “Hermanas de todos” de la revista Conrad N. Hilton Foundation, reflejó el poco apoyo que tienen los hijos que desean consagrarse al Señor, por parte de sus padres.

“Otros estudios interesantes que encontramos es el prendimiento de los padres cuando sus hijas quieren ser monjas Católicas. La tercera parte de ellos dijeron que les animaban a sus hijas a pensarlo bien, pensarlo muy bien acerca de su decisión.”

Es muy lamentable que esta sea la respuesta de los padres. Se evidencia un desgano de los padres para animar a sus hijos a una vocación religiosa.

El Obispo Thomas J. Tobin señala que este es un fenómeno triste al cual nos estamos enfrentando. Él indica: «Es muy común encontrar jóvenes que están pensando en entrar al seminario, pero sus padres se oponen y los desaniman».

El obispo también recuerda que existen muchas razones para promover las vocaciones sacerdotales, y es un desafío para la iglesia hoy en día, especialmente en esta parte del mundo.

Monseñor también es muy crítico al decir que la misma iglesia es culpable de la falta de vocaciones sacerdotales. «El número de escuelas católicas ha disminuido; nuestros programas de catequesis no han sido muy eficientes; las liturgias se han tornado tontas y confusas, sin ningún ingrediente sacramental como si no fuéramos católicos; y nuestros sacerdotes y obispos se ha portado mal dándoles motivos a los jóvenes para que no sigan sus pasos», señala.

En este contexto, es extremadamente difícil para un joven escuchar y responder al llamado de Dios. Hay mucho ruido, muchas distracciones y muy poco apoyo.

Ser directores de vocaciones

Nosotros los padres debemos motivar a nuestros hijos a que quieran ser sacerdotes y no tomar la postura de oponernos cuando toman la decisión de serlo. El papel de los padres es ser “directores de vocaciones”, y esto es algo fundamenta, diría crucial.

Toda familia que se dice católica deber motivar a sus hijos e hijas a que recen y sirvan la iglesia, en el sacerdocio o en la vida religiosa. Y si son llamados, los padres deben de apoyarlos con alegría en su viaje.

Un testimonio muy bonito y que es reciente, es el de Manuel y María José, unos padres españoles que han visto cómo Dios se hacía cuerpo y sangre por las palabras pronunciadas por su hijo en la Consagración de la Santa Misa.

Manuel y María José tienen dos hijos, uno de ellos, Antonio Jesús, es sacerdote en la diócesis de Cádiz y Ceuta. En su caso, hay una peculiaridad: Manuel es diácono permanente, comparte con su hijo parte del ministerio, algo que él vive con gran alegría.

Su historia de vocación va unida a una fecha: aquel 24 de junio en el que “después de la Eucaristía a la que asistimos toda la familia, fuimos presentados por nuestro párroco al que era nuestro obispo, Mons. Ceballos, para pedir el ingreso en el seminario para Antonio Jesús y la admisión para iniciar el camino al diaconado para mí”.

Por otro lado, la familia Navarro Carmona, cordobesa, tiene dos hijos, y los dos son sacerdotes diocesanos. La entrada en el seminario de Antonio, el mayor, no les pilló por sorpresa: “veíamos su proceso y le veíamos ansioso por avanzar en su camino; y eso que el camino no era fácil, diríamos que muy duro. Sin embargo, él veía la parte positiva, se reafirmaba y crecía su vocación ante los contratiempos”.

Emocionados, le respondimos: «tu vocación es fuerte, adelante”. Su marido, Antonio, subraya que la llamada de su segundo hijo le pareció, de hecho, “demasiado para nuestra familia”.

Hermanos, no seamos estorbo en el camino que el Señor quiere para nuestros hijos, más bien seamos nosotros los que propiciemos y le guiemos para que sean santos sacerdotes y santas consagradas,

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Redacción SOY CENTINELA

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