La Organización Mundial de la Salud fue fundada en 1948, como una de las instituciones de la recién creada ONU con el fin de garantizar el derecho a la salud de todas las personas. Su trabajo durante la pandemia ha sido cuestionado desde diversos ámbitos, que acusan a la OMS de falta de objetividad y de favoritismo con China y con las multinacionales farmacéuticas. Y, probablemente, los numerosos críticos de la OMS tengan razón; sobre todo si analizamos quiénes financian esta organización y -por tanto- mandan en ella.
Esta organización se financia a través de contribuciones «señaladas» de los estados miembros y voluntarias de los distintos países y asociados. Las primeras se calculan en base al PIB de los países y la población, y apenas superan el 12 % del presupuesto total, que para el año 20/21 se situó en los 5.840 millones de dólares. Pero son las aportaciones voluntarias las que mayores sospechas genera.
Zeynep Tufekci, socióloga y profesora de la Universidad de Carolina del Norte, criticaba que la OMS había fallado durante la pandemia «porque no está diseñada para ser independiente» ya que «está sujeta a los caprichos de los países que la integran». No le faltaba razón.
Desde que comenzó la pandemia, la OMS ha sido muy criticada por mostrar hacia China cierta candidez a pesar de que el país asiático no fue ni ha sido especialmente transparente en la gestión de la crisis. De hecho, el equipo de investigación conjunto que investigó los orígenes del coronavirus sobre el terreno sigue sin dar pistas de lo ocurrido en Wuhan a finales de 2019.
Y es que China, con 43 millones de dólares, es un importante colaborador, aunque no el principal. Alemania es, de largo, el principal asistente de esta organización con 1.148 millones de dólares al año. Le siguen a cierta distancia la Fundación Bill y Melinda Gates, que este año aportaron 592 millones.
Estados Unidos (445,4 millones), la Comisión Europea (406 millones), la Alianza GAVI para la Vacunación (400 millones), Reino Unido (373 millones), el Banco Mundial (158,1 millones), Rotary International (151,3 millones), la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (140 millones), y el Fondo Central para la Acción de Emergencias de la ONU (131,8) completan el ‘top ten’ de contribuyentes voluntarios de la OMS.
Irán, Yemen, Líbano…
Además de los citados, hay casos destacados como Irán que, pese a las sanciones impuestas por su programa nuclear, aporta 49,5 millones de dólares. Yemen, que está en guerra civil desde 2014, contribuye con 18,8 millones. Líbano, con una crisis política, social y económica mayor incluso que durante sus 15 años de guerra civil, aporta 13,4 millones para este año. Por último destaca Afganistán que, a pesar de la toma del poder por los talibanes y la hambruna que sufre el país, paga 9,1 millones.
