Qué es realmente la pobreza cristiana

"Son como flores silvestres que aparecen en las tierras o cementos más inhóspitos. Por eso, nuestra contribución al mundo y a nuestra sociedad es tomar en serio esos deseos, los propios y los ajenos".
El Ángelus de Jean François Millet
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1- J.Mª Cabodevilla. La sopa con tenedor.

«La pobreza cristiana no es un medio de perfección personal, es una exigencia del amor y de la justicia. Sinceramente, creo que a Cristo no le interesaba en absoluto la pobreza, lo que le interesaba eran los pobres. Por eso no tiene sentido practicar la pobreza como virtud. Sólo el amor confiere sentido y mérito a las virtudes(…) En definitiva, no se trata de privarse sino de compartir. Ciertamente, tampoco esta pobreza va a hacer feliz a quien la practica, pero al menos aporta una definición más positiva, no tan adusta ni tan áspera. No se trata de tener la casa vacía, sino abierta. Convendría que lo supiesen: no siempre la pobreza lleva al amor, pero el amor(el verdadero amor) sí que lleva fatalmente a la pobreza (a la verdadera pobreza). Por eso, no hay que buscar la pobreza, sino el amor, que, además de dar satisfacciones a la ley de Dios, tantas complicaciones evita. Después, en el cielo, ya no serán ni pobres ni ricos sino todo lo contrario: felices».

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2- Guadalupe Arbona. Puerta principal.

«¿Qué es lo que necesita nuestro mundo? la crisis a veces parece desoladora y cruel porque sus zarpazos hieren a los más débiles (pobres, desahuciados, refugiados, mujeres, minorías religiosas). Entre todos estos escombros, lo que parece abrir grietas de esperanza es que hoy se mueven una infinidad de deseos. Son como flores silvestres que aparecen en las tierras o cementos más inhóspitos. Por eso, nuestra contribución al mundo y a nuestra sociedad es tomar en serio esos deseos, los propios y los ajenos, mirarlos, tirar de ellos como si fueran eso hilos de oro para ver hasta dónde nos llevan. Ese es nuestro patrimonio: una mirada nueva sobre el deseo. Yo puedo decir que mi deseo de felicidad y de belleza fue entresacado, como un hilo de oro, entre los escombros en un verano de 1985, pero necesito recordar cada mañana para mí y para el mundo que ese hilo de oro tiene una luz infinita, si no se retuerce sobre sí mismo, se oxida y mancha todo de herrumbre».

3- José Luís Martín Descalzo. Razones para vivir.

«Lo que define el tamaño del alma es el ser ‘capaz de’. Capaz nada menos que de Dios, pero también capaz de un vacío que, precisamente por esa grandeza, sería casi infinito. ¿Hay en el universo tragedia mayor que un alma que se muere sin llegar a existir? ¿Qué aullidos no dará la naturaleza cada vez que se la obliga a prostituirse de necedad y vacío? ¡Es tanto lo que podemos ganar! ¡Tanto lo que podemos perder! Me asusta ser hombre. Me entusiasma y me asusta. A lo que no estoy dispuesto es a engañarme, a pensar que esto es un jueguecito sin importancia, que los años son una ficha de cartón que nos dieron para ir entreteniéndonos mientras cae la tarde».

4- J. Carrón. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?

«¿Qué es lo que resiste cuando somos despojados de cualquier seguridad? ¿Quiénes somos? ¿A quién pertenecemos? ¿Qué es lo que permanece después de que muchos de nuestros proyectos hayan fracasado? ¿Qué queda cuando nuestras pretensiones han quedado anuladas? Queda lo que nos ha sucedido, porque nadie nos lo puede arrebatar, ni siquiera nosotros con nuestras desilusiones, enfados, rebeliones. Queda un Hecho que nos ha sucedido. Pero no es suficiente con que quede. Cada uno debe decidir, o mejor: decide y ya ha decidido. La alternativa es clara: reconocer el hecho, que permanece en cualquier caso, porque nadie consigue arrancárnoslo, o no reconocer el Hecho, dejando prevalecer nuestra medida, el resentimiento, el escepticismo. En la respuesta que cada uno dé, gritará a todos qué es lo más querido para nosotros. No es un problema de moralismo, es una cuestión de juicio, de valor, de estima. ¿Creemos todavía que Cristo puede llenar la vida? ¿Esperamos todo verdaderamente del hecho de Cristo, o en el fondo ya no somos tan «ingenuos» como al principio, y Cristo es sólo una más entre todas las cosas de nuestra vida, una inspiración para nuestros proyectos? ¿creemos que Cristo es la respuesta adecuada para nosotros ahora, en las circunstancias que vivimos, con la edad que tenemos? La fe en Cristo, ¿es una fe que tiene que ver con la vida o sólo un elenco de afirmaciones abstractas o de iniciativas a realizar?(…) ¿Dónde está nuestro amor primero?».

5- Charles Pegúy. El frente está en todas partes.

«Precisamente la gente más honrada, o sencillamente la gente honrada, o, en fin, quienes son llamados así, y a quienes gusta mucho que los llamen así, no tienen defectos en la armadura. No están heridos. Su piel de moral constantemente intacta forma una especie de cuero y una coraza sin defectos. No presentan esa abertura que exhibe una herida horrible, una angustia inolvidable, una pena invencible, un punto de sutura mal cosido, una inquietud mortal, una ansiedad oculta en la trastienda, una amargura secreta, un perpetuo hundimiento escondido, una cicatriz eternamente mal cerrada.(…) Como no carecen de nada, nada se les aporta. Como no carecen de nada, no se les aporta lo que es todo. Ni siquiera la caridad de Dios puede poner un vendaje al que no está herido. Precisamente por estar tirado en el suelo, el Samaritano recogió a aquel hombre. Precisamente porque la cara de Jesús estaba sucia, Verónica se la limpió con un pañuelo. Ahora bien, quien no está tirado en el suelo jamás será recogido; y quien no está sucio jamás será limpiado».

Redacción SOY CENTINELA

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